Seguidores

miércoles, 2 de marzo de 2011

Lo he intentado todo

Matarte en mi memoria y enterrarte en lo más profundo de mi ser. Pero no puedo, te amo demasiado como para hacerlo.

Hacer que nunca te conocí y seguir con mi patética vida, pero no me atrevo.

Seguir siendo tu amiga, fingiendo que el amor que te declaro es solo fraternal. Pero no quiero.

No tengo nada de nada. Porque no te tengo a ti. Y no te sientas culpable, nadie lo es, ni siquiera yo. Por algo esto debe estar pasando. Quizás es una lección de la vida. Y vaya lección. 
A veces maldigo tu existencia; otras alabo tu esencia. Porque por ti se me están acabando los pensamientos positivos y mi sentido del humor. 
Cada día que no hablo contigo es un suplicio. Me pregunto a todas horas que estarás haciendo en ese preciso momento. Intento calcular el momento exacto en el que te veo aparecer con un “Hola”. Me he resignado a que debo acostumbrarme a llorar. Ya hacía mucho tiempo que no lo hacía. Me hiciste sensible cuando me había acostumbrado a parecer que no tenía sentimientos. Me he habituado a hablar de ti todo el tiempo. Mis amigas dicen que te olvide, que no vales la pena, cuando en realidad, sé que en el fondo que al final de toda oscuridad siempre hay una luz. ¿Sabes qué? Tú eres esa luz, que se apaga a ratos, las veces que sufro por ti.Me enseñaste a no reprimir mis sentimientos, aunque no te diste cuenta. Y te doy las gracias, aunque, cuando te las dé, no tengas ni la más mínima idea del por qué.

En otro de mis intentos por olvidarte, he tratado de fijarme en otras personas, pensando que tú no eres el correcto y que mi otra mitad está en otro lado. Pero eso para mí sería como ignorar tu existencia.

Créeme, no es nada sencillo arrancarte de mis pensamientos. Te volverías un recuerdo. Y no quiero que seas eso.

No espero que con esto de repente empieces a sentir algo por mi, que vayas a buscarme y decirme que me amas. No. Sólo quiero que sepas todas estas cosas, algunas con una pizca de locura y otras derramándose en cursilería.